Una escapada a Altea es lo que necesita cualquier persona, independientemente de la estación en la que nos encontremos. Aunque si es en verano, pues eso que te llevas. Altea no necesita grandes titulares ni una campaña de marketing agresiva: tiene una cúpula azul, calles empedradas que suben sin avisar. Algunos llegan buscando un descanso, otros algo que les acelere el pulso como una excursión en moto de agua por la bahía de Altea. Lo que ocurre entre ambos extremos es lo que vamos a contar en el siguiente artículo de Fun&Quads!
Índice de contenidos
Preparativos para tu Escapada a Altea
Llegar resulta sencillo: la autopista AP-7 conecta Alicante con Altea, mientras que la línea de TRAM serpentea por la costa y permite olvidarse del coche. A pesar de la afluencia, es posible aparcar en el puerto o en las calles altas si se madruga. Conviene reservar alojamiento con vista al mar; muchos hoteles boutique ofrecen habitaciones frente a la playa de la Olla, ideal para abrir la ventana y sentir la brisa. Además, no olvides calzado cómodo para las cuestas del casco antiguo y bañador para la cita de adrenalina que aguarda en el puerto. ¡Hay mil planes que hacer en Altea!
Tarde de arte y vistas en tu Escapada a Altea
Nada mejor que comenzar el sábado adentrándose en las callejuelas blancas que conducen a la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. El azul de su cúpula contrasta con el empedrado y guía hasta el mirador Cronistas, perfecto para una panorámica que recorre la bahía hasta la Sierra Helada. De hecho, el atardecer tiñe los tejados de anaranjado y convierte cualquier foto en un imán de «me gusta». A la hora de comer, la apuesta segura es una terraza en la calle Mayor: arroz del senyoret, pulpo a la llama y vino de la Marina Alta sellan el pacto con la gastronomía local. Sin embargo, el plan no termina ahí; un paseo vespertino por la orilla acerca al viajero al sonido pausado de las barcas que regresan mientras el cielo se apaga lentamente.
Día 1: casco antiguo, miradores y sabor marinero
El relato cronológico encaja con la pirámide invertida: primero lo esencial, luego los matices que atrapan. Así, la mañana arranca sobre el empedrado del barrio viejo, donde talleres artesanales comparten espacio con galerías. La calle Sant Miquel expone cerámicas y lienzos, y al girar la esquina surge el balcón del Mediterráneo. Además, el mercado de productos ecológicos abre los sábados junto a la plaza, un buen lugar para probar miel de romero o nísperos de Callosa. Después de comer, el plan continúa con la bajada al puerto para proyectar la jornada siguiente: alquiler de moto de agua con Fun&Quads.
Día 2: deportes acuáticos y naturaleza en la Costa Blanca
Amanecer sobre la arena invita a sumergirse. No obstante, la cita clave del domingo se muestra sobre el agua. Fun&Quads, con base en Portosenso, entrega chaleco y explica normas de seguridad antes de lanzar las Yamaha a la bahía. La ruta Bahía de Altea alcanza la isla de la Olla, a 470 metros de la costa. Desde allí, la silueta blanquiazul del pueblo se revela en un ángulo oculto al caminante. Así, la velocidad se alterna con paradas para foto y baño. Si se busca un tramo más extenso, la excursión a la Sierra Helada recorre acantilados que rozan los 300 metros y culmina junto al faro del Albir, donde las aguas turquesas permiten contemplar bancos de peces al pie de la pared. Sin duda, ese contraste entre el silencio de la roca y el rugido del motor despierta sonrisas duraderas.
Del puerto a la adrenalina: excursión en moto de agua
El guía marca ritmo y distancia, pero cada piloto controla su acelerador. Además, no se requiere licencia; basta con portar identificación. A pesar de la novedad para algunos, la curva de aprendizaje es rápida y, tras los primeros metros, la sensación de libertad se impone. Así, la actividad se convierte en la pieza aventurera que equilibra la tranquilidad del casco antiguo.
Rutas cercanas para completar el fin de semana
Si queda tiempo antes de la despedida, la senda litoral hasta el Albir ofrece una caminata llana junto al mar con vistas a los cultivos de níspero. Otra opción consiste en subir al forat de la Sierra de Bernia, un túnel natural que enmarca la costa en un único vistazo. Por lo tanto, la mezcla de mar y montaña se ajusta a visitantes de perfiles diversos.
Dónde dormir y comer
La oferta hotelera abarca desde pensiones centenarias hasta apart-hotel con piscina infinita. En cuanto a la mesa, los chiringuitos de la playa de Cap Blanc sirven sardina a la brasa, mientras que en el casco antiguo los chefs fusionan producto local con técnicas contemporáneas. A pesar de la experimentación, la materia prima manda: gamba roja, lubina o verduras de la huerta aparecen en carta según temporada.
Consejos prácticos para un fin de semana en Altea
Conviene reservar con antelación la actividad de moto de agua en temporada alta, llevar protector solar y una funda impermeable para el móvil. Además, las noches pueden refrescar, de modo que un jersey ligero evita sorpresas. El domingo por la tarde, el tráfico hacia Alicante se intensifica; optar por la carretera nacional N-332 permite un regreso más pausado con vistas al mar.
Al terminar el viaje, el recuerdo que persiste mezcla la quietud de las calles blancas, el sabor salino de la brisa y el rugido controlado del motor sobre el agua: la fórmula exacta que convierte un simple fin de semana en una experiencia que invita a volver.